Constanza Ibaceta G.

“¿Por qué es importante para nuestra disciplina definir su objeto?

Porque, la complejidad debe ser tratada […] Y porque más allá de cuestiones de status científico —que no son banales pero que no importan tanto en estas reflexiones—, lo cierto es que toda disciplina ha de definir su objeto de estudio. Porque el método, […] el objeto […] y las teorías, paradigmas o modelos teóricos nos ayudarán a elegir las categorías analíticas adecuadas para la investigación. Y porque todo este proceso contribuirá a la elaboración de nuevas teorías, al menos de tercer nivel, que consigan desarrollar hipótesis para la intervención. Por tanto, estamos ante una cuestión de primer orden en el nacimiento y posterior desarrollo del Trabajo Social como disciplina científica “. (Zamanillo, 1999, p1)

Tal como lo señala Zamanillo, es fundamental definir el objeto (“fin último”) del Trabajo Social y en general de una profesión, ya que, al hacerlo se define, al mismo tiempo que se habrá de analizar y como se abordará ese objeto; en función de él se resolverá la estrategia de trabajo y, en consecuencia, los resultados que se esperan obtener, sus técnicas y principalmente sus contenidos. De esta manera doy pie a un análisis histórico del objeto de intervención del TS y su relación con la investigación.


El tema del objeto de trabajo social es mucho más complejo de lo que aparenta, ha sido confundido con aspectos prácticos e identificado con los objetivos, con los sujetos de la intervención o ámbito de estudio. Alicia Gonzales (1995), señala que definir el objeto no es analizar la construcción de los objetos de intervención, ni inclinarse a la delimitación de objetos de investigación; se trata de generar niveles más elevados de abstracción que permitan delimitar teóricamente ese ámbito de la realidad sobre la que una profesión incide a partir de un determinado punto de vista o perspectiva teórica. A sí mismo, hay que tener en cuenta que las condiciones históricas y sociales determinan o producen objeto como también éste se construye en función de una problemática teórica que antecede a cualquier experiencia, o sea es el punto de vista teórico el que crea el objeto, es una construcción conceptual, surgida entre conceptos, entre problemas teóricos. Por lo tanto, señala, que no se puede inventar de antemano un objeto, no hay un “a priori” en su construcción.


A lo largo de la historia de nuestra profesión, encontramos diferentes manifestaciones que exponen definiciones acerca del objeto, como también diferentes enfoques teóricos y prácticos de la investigación en Trabajo Social. Así en los albores del Trabajo Social -como profesión-, bajo el paradigma positivista, empirista,-principio del s. xx- los esfuerzos se encaminaron por “hacerse un hueco entre las ciencias sociales y ser reconocida como tal”, (Cívicos & Hernández, 2007, p34) centrándose en encontrar explicaciones que se pudieran medir o que fueran puramente objetivas. Nos encontramos con un Trabajo social de caso individual, cuyo objeto está constituido por el individuo con problemas, desajustado, o “enfermo social” o como señala Bower, en Zamanillo y Gaitán, (1991, p66) el objeto de trabajo social de caso es el ser humano en su situación total. Donde cuyo objetivo era tornarlas “útiles” y provechosas socialmente. –“El trabajo social debe focalizar su atención sólo a aquellos aspectos del problema planteado sobre los que cabe ayudar a la persona, incapaz de reaccionar por sí misma” (Zamanillo & Gaitán, 1992, p67). Sin embargo, la visión lineal de las causas, la creencia universal de las conclusiones, y el enfocarse solamente en torno a la persona “problemática”, no dejan entrever la complejidad de lo social y la importancia que tiene el medio en la definición de aquel problema.


Más adelante y como respuesta a las desigualdades sociales producto de la modernización y profundización del modelo capitalista, el objeto del Trabajo social se enfoca en las necesidades sociales, donde los sectores sociales –valga la redundancia- que tienen limitaciones para la satisfacción de sus necesidades básicas necesitan de un agente externo para enfrentar y superar su situación. En esta concepción encontramos el advenimiento del método de desarrollo comunitario, que apunta a abordar el tema de las necesidades sociales a nivel de cada comunidad. Pero la satisfacción de estas necesidades se restringe a los recursos existentes – aspectos materiales-, delimitando así el objeto del T.S porque adjudicar a los problemas sociales causales de falta de recursos, es excluir aquellos que son producto de la propia situación personal.

Con el movimiento de Reconceptualización, en América Latina, a mediados de los 60, surge una crítica y autocrítica al propio que hacer donde identifica los intereses de clase como base de los problemas sociales, “construye, entonces, su objeto en torno a las relaciones sociales de producción y de explotación (Gonzales, 1995, p.11), otros autores como Boris A. Lima señalan que debe considerarse como objeto del trabajo social el hombre limitado en su praxis transformadora por una estructura económica que le es adversa y una superestructura ideológica y política que lo aliena” (Zamanillo & Gaitán, 1992, p69). Desde este paradigma socio crítico, dialéctico, la investigación tiene como objetivo transformar la realidad social, le asigna un papel de compromiso con dicho cambio, ya que lo primordial es el cambio positivo que se pueda generar en la práctica. Sin embargo los planteamientos y objetivos que en dicho periodo se generaron se vieron opacados por conflictos políticos que se dieron en Latinoamérica.


Para Gonzales, los hombres hacen su propia historia bajo las circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y que son dejadas por el pasado. Así la contradicción y lo complejo es lo que empieza a caracterizar el pensamiento desde la década de los 90´. “El Trabajo Social, como una forma de política social, se inserta en la dinámica superestructural, con un objeto históricamente construido desde una perspectiva teórica, política e ideológica y un objetivo centrado en la constitución de sujetos- autónomos por definición.” (Gonzales, 1995, p 14)Por lo tanto, el objeto, se define y construye a partir de las relaciones sociales complejas. Para Zamanillo y Gaitán, el objeto del Trabajo Social lo pueden resumir como <<todos los fenómenos, relacionados con el malestar social de los individuos, ordenados según su génesis y su vivencia>> entendiendo como génesis la estructura de los problemas sociales, y como vivencias, como lo siente o padece el malestar que incide en las distintas áreas de la vida tanto familiar, laboral y comunitaria.

La investigación según este paradigma Hermenéutico o fenomenológico, se presenta con un investigador que reconoce la subjetividad y complejidad de la realidad, donde el entorne influye en las personas y sus problemas, y donde se incluyen enfoques cuantitativos como cualitativos, de manera de abarcar, en lo mayor posible, la realidad.


Como quiera definirse el objeto del Trabajo Social; lo fundamental es el reconocimiento de una realidad subjetiva, cambiante, donde la acción de uno tendrá un efecto en el otro y donde no es posible atribuir conceptos estáticos a formas cambiantes. A partir de esto construir nuestro objeto de estudio (y futuramente de práctica), que sería, por tanto, las relaciones sociales entendidas como complejas, en las cuales se presentan problemas, tanto personales, grupales o sociales (como un todo).

Ahora bien, una cosa es el objeto “formal” del Trabajo social, del cual corresponden los planteamientos anteriores, y otro es el objeto de intervención, concepto utilizado para delimitar el fenómeno social que demanda ser atendido. O más bien el “problema objeto” es “delimitar qué aspectos de una necesidad social son susceptibles de modificar con nuestra intervención profesional” (Celats, 1997, 100)


A partir de este objeto de conocimiento y de intervención es donde la investigación del Trabajador Social se orienta para definir como se llegará al “logro” o posible solución del problema. La investigación por tanto, es un elemento clave en la generación de conocimiento, ya que es el primer recurso que se utiliza para conocer la problemática del sujeto. Sin embargo no hay que esperarlo todo de la investigación, si bien es una herramienta o instrumento para conocer la realidad, -como Celats nos señala- la experiencia cotidiana también sirve como fuente de considerable valor para el trabajo social profesional



Ejemplo Práctico.

Una problemática general de Familia debe ser determinada. Un joven de 15 años, es llevado a la trabajadora Social de su colegio, el joven presenta dificultades para desarrollarse satisfactoriamente en el colegio, tiene abundantes inasistencias, y relaciones problemáticas con sus compañeros. A través de las entrevistas se da cuenta que la relación con la familia es problemática, está marcada por la violencia y el poco afecto. Además de problemas de consumo abusivo de alcohol en los padres. En el colegio, reiteradas veces, se le ha visto con moretones o evidencias de golpes, que él (joven) suele atribuírselas a causa del básquetbol.

Finalmente, el joven logra explicitar la mala relación que existe con su padre, el cual es identificado como el acometedor de los golpes en el joven. Se logra identificar, por lo tanto, el real problema, (problema objeto) que estaría bajo el marco de violencia intrafamiliar y específicamente sería “maltrato físico y psicológico” hacia el joven.

La Trabajadora Social del colegio, por tanto, debe buscar diferentes redes de las cual apoyarse, como SENAME u otras corporaciones como Corp. Opción, donde se evalúa si el joven será derivado a un programa de protección infanto- juvenil.


Bibliografía

  • CELATS. (1997). La práctica profesional del trabajador social, Módulo II, El problema del Objeto de la intervención de Trabajo Social. Elementos teóricos de la Guía de análisis. Editorial Hvmanitas- CELATS.

  • Cívicos Juarez, A & Hernández Hernández M. (2007). Algunas Reflexiones y aportaciones en torno a los enfoques teóricos y prácticos acerca de la Investigación en Trabajo social. España: Universidad de Laguna. [Documento ppt]

  • Gonzáles Alicia. (Julio 1995). Una lectura epistemológica del Trabajo Social (2da versión). Chile: Rosario.

  • Zamanillo T & Gaitán L.(1992).Para Comprender el Trabajo social (2da Ed.), España: Verbo Divino.

Constanza Ibaceta G.

Se acerca el Bicentenario y los desafíos en materia Social son temas del que el Trabajo Social no debe escapar.

El reloj no cesa de avanzar, los doscientos años de vida republicana en Chile están por llegar, y poco a poco vemos como todo se llena con el slogan de estrellitas de colores que dice: “Bicentenario 2010” y campañas publicitarias que aluden a los cambios que se están realizando para que el cumpleañero sople las velitas con el pecho inflado. Y es que este programa ha servido de argumento para que muchas cosas que están pendientes en nuestro país se estén realizando o se realicen en el corto plazo.

Doscientos años no es una cifra menor. Estamos frente a un contexto que no se nos presentará otra vez en la vida, por ende debemos reflexionar sobre los avances que hemos tenido como país y los desafíos que quedan por cumplir. Y… ¿Hemos mejorado? Sin duda que sí. Desde inicios de los 90´hasta nuestros días, Chile ha alcanzado logros significativos en materias políticas, económicas y sociales. Así lo demuestran los indicadores como el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Según datos de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), Chile es el único país de América Latina que ya alcanzó el objetivo del Milenio propuesto por las Naciones Unidas para el 2015 de reducir a la mitad la pobreza. Sin embargo, en un marco en que existen aspectos muy positivos, a nuestro país se le siguen planteando serios desafíos en materias sociales.

La pobreza ha disminuido pero no ha desaparecido por completo y hace que nos cuestionemos de fondo y crítiquemos el modelo de desarrollo del país. El problema, señala Mons. Alejandro Goic, es que de acuerdo a las estimaciones de la Fundación para la Superación de la Pobreza, “los pobres son mucho más que los reconocidos en las estadísticas oficiales porque el criterio con que se los ha medido, la llamada línea de la pobreza, está obsoleta.”1 En todo caso, y cualquiera que sea la forma en que se mida la pobreza, los niveles de ésta y de indigencia parecen ser mayores que los mostrados por las cifras.

El gran problema entonces es la desigualdad o inequidad. La distribución de las riquezas ha sido extremadamente desigual, lo que se confirma en las cifras que nos señalan la gran brecha que hay entre los ingresos de la población más rica con la de la población más pobre. Sin ahondar “numéricamente” en esto, podemos dar cuenta que dicha distribución es sólo una de las expresiones de una desigualdad estructural, porque se agrega a ésta la desigualdad en las oportunidades y los accesos a educación de calidad por ejemplo, la centralización de los servicios que segregan a las regiones y la inequidad que afecta a las mujeres.

Sin embargo, hay esperanza, así lo señalan las propuestas de la Fundación para la Superación de la Pobreza y es que a pesar de las inequidades y grandes dificultades que quedan por superar, afirma que el país cuenta con los recursos humanos, institucionales y económicos para establecer consensos que nos lleven a un desarrollo eficiente, del cual tanto esperamos.

Entonces, ¿Cuáles son los desafíos, propuestas y reflexiones para el trabajo Social, en vísperas del bicentenario que promulga valores para un país socialmente equitativo y solidario?

Para responder esto, primero ahondemos un poco más en el concepto de igualdad, y es que debemos entenderlo en un sentido más amplio que el solamente económico, (riqueza – pobreza) o sea “mayor igualdad” es también la posibilidad de desarrollar las capacidades, y el problema (desigualdad) está cuando la estructura social niega la libertad fundamental de las personas para desarrollar sus capacidades. Entonces, ¿Cuál es nuestro rol como Trabajadores Sociales para aportar en la construcción de una sociedad igualmente libre para desarrollar estas capacidades?

En las diversas realidades que llega a conocer el Trabajador Social se encuentran las respuestas, de ahí debe generar propuestas que permitan abrir espacios para la intervención profesional. Un quehacer mas protagónico en los cambios y en las soluciones que puede generar es la tarea con la que nos encontramos. Pero además, una dimensión importantísima en la intervención profesional es la dimensión ética.

Y es que el Trabajo Social es un saber complejo, ya que lo social esta fundado en los cambios constantes del hombre y la sociedad, por lo que se debe saber elegir y tomar decisiones hacia aquello que lleve a un desarrollo humano positivo. Por ende lo ético es fundamental y va ligado a las futuras respuestas que demos a las situaciones.

Entonces, reconociendo la desigualdad, la pobreza, inequidad como tema al cual los Trabajadores Sociales se enfrentan diariamente y como desafío constante de superar, la ética nos hace resituar el valor de la Justicia Social y potenciarla, además de reafirmar el espíritu crítico de transformación social y la solidaridad como expresión de respeto por la dignidad de cada persona. De esta forma manteniendo firme nuestros valores podremos sobrepasar los límites que nos presenta el sistema, en este contexto neoliberal y de globalización.

Desde el Trabajo Social entendemos que la justicia social es nuestro objetivo, es una tarea que nunca termina y seguirá siendo necesario si queremos construir o potenciar verdaderos cambios. Es por esto que el desafío es a no quedarnos atrás, a potenciar constantemente nuestros valores éticos y nuestra vocación. De esta forma, en los proyectos y metas que se propone Chile en materia social, cuente con verdaderos Trabajadores Sociales llamados por su vocación y su sentido ético, capaces de generar y fomentar el desarrollo de las capacidades humanas, capaz de ser protagonista en los cambios que quedan por generar en los programas del bicentenario y de los progresos positivos que esperamos ver en las cifras que miden la desigualdad. Es un desafío que parte individualmente como profesional, pero que se proyectará en lo macro porque contaremos con actores sociales motivados por el desarrollo de las potencialidades positivas de la sociedad.



*1 Karmelic Goic Alejandro (Mons.) en Cardenal Martino, 2008, pág. 101

.Bibliografía

  • Cardenal Renato Martino. “Justicia Social en el siglo XXI”: reflexiones del Cardenal Renato Martino. Ed UCSH, Chile. 2009.
  • FSP. “Umbrales sociales para Chile, hacia una futura política social”. Ed. Fundación para la Superación de la Pobreza. Chile, 2009.

[Disponible en web] http://www.fundacionpobreza.cl/ [consulta: sep-2009]

  • Comisión Bicentenario. Chile, 2008 [ en línea] www.chilebicentenario.cl [ consulta: sep-2009]
  • Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. [ en lìnea] www.pnud.cl/odm/2.asp [consulta:sep-2009]